de David Zayas

david zayasDesde tiempos inmemorables, los humanos hemos plasmado la huella de nuestro paso por el mundo. Lo hemos hecho de diferentes formas, usando técnicas y medios tan variados como la vida misma. La pared, sea bien la de una caverna del paleolítico o la de un edificio del siglo XXI, ha fungido como uno de los medios principales para registrar nuestros rituales, inquietudes o visión de mundo.

El arte del mural es una de las principales expresiones artísticas de nuestro tiempo. Agrupado bajo la genérica denominación de “arte urbano”, ese monstruo sin cabeza que parece incluir una infinidad de medios artísticos, el muralismo del siglo XXI experimenta un auge de proporciones masivas. Basta con caminar la ciudad para toparnos con la muestra de  un  fenómeno  artístico  que,  interviniendo estructuras, transforma el espacio cotidiano.

En MURALIS: Exposición de muralismo contemporáneo, David Zayas (Ponce, 1983) lleva el arte del mural a una localidad poco habitual. Es la primera vez que un museo de Puerto Rico presenta una exposición dedicada completamente a este medio artístico.

Los murales comúnmente se exhiben al aire libre en estructuras públicas o privadas, a plena vista de quien transite por dicho lugar. Este es uno de los principios fundamentales del movimiento muralista, como lo concibieron David Siqueiros, José Clemente Orozco y Diego Rivera, entre otros afamados pintores.

Así comienza el juego. Desde el hecho de ser una exhibición de museo, MURALIS representa una alteración del orden establecido. Zayas constantemente trastoca la naturaleza de las cosas. Hay en su obra un asomo de rebeldía que se remonta al centro mismo de la idea que presenta. No es casual que la infancia sea el foco de sus piezas. La niñez es el periodo en que constantemente se ponen a prueba los límites. El niño vive el asombro de un mundo nuevo en el que las fronteras son siempre imprecisas. Ante sus ojos se expande un universo de posibilidades, un camino que debe recorrer y del que poco conoce.  Para el artista, la vida es un viaje entre dos puntos, el nacimiento y la muerte, y la manera precisa en que cada individuo lo recorre es lo que da forma a su identidad. A lo largo del trayecto escogemos animales y objetos que nos acompañan, cuyo simbolismo marca quienes somos en ese momento.

Hay un elemento nostálgico que nos remite al constante estado de asombro que experimentamos durante la infancia, esa etapa en la que todo parecía tener proporciones masivas. De esta manera, como bien destaca Zayas, “el tamaño de las piezas nos ayuda a vivir la obra”, transportando al espectador a un mundo de sueños en que los límites de la realidad y la fantasía se borran. Y es que el universo onírico de Zayas está habitado por criaturas y objetos cotidianos que
parecen moverse en una atmósfera irreal. Allí conviven lo idílico y lopesadillesco. El tiempo se detiene y quienes están en pleno vuelo o caída parecen suspendidos en el aire, en uno de esos instantes sobrecogedores que te quitan el aliento. Así, las imágenes de humanos, animales, plantas y juguetes nos remontan a lo que fuimos alguna vez. A esos paraísos perdidos (a veces terribles, a veces tiernos) que todos guardamos en algún rincón de la memoria.

Como buen muralista, Zayas comprende bien la importancia de la colaboración. El muralismo es, desde sus inicios, una expresión colectiva.  

MURALIS cuenta con la participación de Damaris Cruz, Bik Ismo, Jorge “Rito”Cordero y Mario E. Ramírez Capellá, cada uno de los cuales aporta sus respectivos talentos para enriquecer la muestra. Se mezclan así técnicas
variadas como el grafiti, la fotografía, el pasquinado y la escultura. De esta manera la sala de museo se convierte en un reflejo del arte de las calles. Una pequeña muestra de lo que día a día realizan los artistas del país.

Así llegamos a dos vertientes fundamentales de esta exposición. Dos ideas constantes en la propuesta estética del muralismo: educar y embellecer. Zayas tiene presente la importancia del elemento comunitario en el arte del mural. Sacar el arte a la calle, a lugares donde más y más personas tengan acceso al mismo. Sus obras se enmarcan en el contexto de una sociedad en la que todo parece dedicado a la acumulación de riquezas. En que la capacidad de soñar se oculta bajo las capas de una adultez destinada solamente a producir y consumir. Por eso la máscara cobra una significación particular en el lenguaje pictórico del artista. Todos las usamos. Pero en las piezas de Zayas la máscara, más que esconder, revelala naturaleza de quienes la llevan puesta, sacando a la intemperie aquello que estaba cubierto y llevando al interior aquello que dejamos fuera.

Ahora transportémonos a ese mundo de sueños. Pongámonos la máscara y dejemos salir el niño que llevamos dentro, aquel que alguna vez tomó sus creyones y pintó las paredes.

Por: José Julio Rodríguez

En exhibición hasta el 28 de junio de 2015.


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