Fernando Varela

fernando varela picFernando Varela es un artista visual dominico-uruguayo cuya obra destaca de manera significativa por la naturaleza de su investigación centrada en los vínculos de las formas de expresión del arte con la revelación de una verdad interior de carácter vital y profundamente espiritual. El devenir de su trabajo sensible dialoga con una tradición que concibe el arte como un espacio de confluencia entre lo espiritual, lo natural y lo humano.

Nace el 19 de enero de 1951 en la ciudad de Montevideo, Uruguay. Es el menor y tercer hijo de Luis Alberto Varela Carvallido e Irma Calveiro Lee. Desde muy niño manifestó habilidades para la expresión plástica, especialmente para la pintura y el modelado.

A la edad de doce años inicia estudios musicales, una sensibilidad que lo acompañará siempre. A los catorce años incursiona en la pintura y comienza a familiarizarse con la cerámica en el taller de sus familiares maternos César Courtoisie  y Margarita Courtoisie de Perotti. El contexto de libertades que se respiraba en el ambiente familiar de Fernando Varela durante su infancia y juventud, proporcionaron un espacio propicio para el cultivo de las artes y la creación.

Muy joven, entre los dieciseis y diecisiete años, tuvo la oportunidad de conocer al escultor y pintor modernista José Luis Zorrilla de San Martín, el artista más destacado de la escultura monumental uruguaya del siglo XX. A mediados de 1969 Fernando Varela conoce al artista Enrique Guillemette con quien inicia un intenso intercambio centrado en el estudio de la numerología, el arte y especialmente en el estudio de la obra teosófica del maestro espiritual Bô Yin Râ  [Joseph Anton Scheneiderfranken (1876-1943)] cuyos manuscritos llegan al estudio de Guillemette.

El contacto de Varela con la obra de Bô Yin Râ supone un eje significativo para lo que será su orientación estética y la conformación de un lenguaje artístico personal y vital; representa lo que podemos considerar una referencia fundamental. A partir de este momento el joven artista se dedica a la interpretación sistemática de los textos de Bô Yin Râ.

Durante estos primeros años de exploración, su trabajo también se nutre de referentes centrados en la obra de artistas como el uruguayo Joaquín Torres García, que conoció a través de sus muestras en Uruguay, pero también mediante la lectura de sus conferencias esenciales recogidas bajo los títulos: Universalismo Constructivo y La Recuperación del Objeto.

En 1971 realiza un viaje de seis meses por Europa que lo lleva a recorrer diversos países del viejo continente: España, Francia, Bélgica, Holanda, Italia, Suiza e Inglaterra, cada estancia representó una oportunidad para conocer, visitar museos, alimentar y expandir la curiosidad e intuición de un joven con inquietudes sensibles.

En 1976 se traslada a la República Dominicana para desempeñar funciones en la embajada de la República Oriental del Uruguay. El caribe insular dominicano se convierte en territorio clave para la definición de su destino creador. No obstante, viajar a los Estados Unidos en el año de 1976 y entrar en contacto con las vanguardias pictóricas norteamericanas, especialmente el expresionismo abstracto, representó la emergencia de una afinidad inmediata.

La fuerza expresiva de artistas como Mark Rotkho, Jackson Pollock, Robert Motherwell, Willen de Kooning, Jasper Johns, entre otros varios, representó la posibilidad para concebir un horizonte de trascendencia que involucra lo humano, la espiritualidad y la representación estética como posibilidad de confluencia. Así que estos referentes, junto a las experiencias tempranas de los primeros años en Uruguay, comenzaron a conformar las bases para el despliegue posterior de un vibrante espacio creativo.

Es el regreso a República Dominicana lo que marca la consolidación de una vocación orientada hacia el arte. A partir de 1978 Fernando Varela se vincula a la escena artística de la plástica dominicana en el contexto de la Galería Caferelli, emprendimiento innovador que combina la promoción de las artes visuales y proyectos gastronómicos, que resulta vanguardista para la época, dirigido por la joven dominicana Rosario Bonarelli quien se convertirá en su esposa y madre de sus tres hijos, la familia Varela Bonarelli, el arraigo definitivo al suelo fértil de la isla caribeña de Quisqueya.

A partir de estos años mantiene intensos diálogos e intercambios con artistas dominicanos. Destacan José Ramírez Conde (Condesito) y Domingo Liz, quienes representan una gran influencia en la conformación de su formación artística. Ambos contribuyen al perfeccionamiento de sus lenguajes expresivos, al tiempo que lo acompañan en el intercambio, reflexión y valoración de las tradiciones estéticas dominicanas, en contrapunto con las indagaciones sobre la producción del  arte en diversos contextos.

En el año de 1983 realiza su primera exposición individual en el Museo de Arte Moderno de Santo Domingo, exhibe piezas bidimensionales, realizadas en cerámica, inscritas dentro de la herencia del modernismo constructivo de la Escuela del Sur, es un comienzo que lleva la huella de la tradición de su lugar de origen, la identidad que lo conforma para ese momento.

A partir de esta primera exhibición y durante aproximadamente una década y media, la obra de Fernando Varela transita por un intenso proceso de transformación y experimentación. Sus exploraciones asumen diversos medios de expresión visual y recorre distintos caminos de posibilidades temáticas. Este periodo supone una producción intensa que permite que su obra se muestre en  diferentes contextos, podemos destacar: la Bienal de Cuenca (1994); la Bienal de La Habana (1994) y su participación en el contexto de la Documenta de Kassel (1997).

En el año de 1998 Varela realiza la exposición  Hombre y Mujer en el Museo de Arte Moderno de Santo Domingo. Esta muestra representa un resumen de sus indagaciones estéticas concebidas hasta el momento. En en el año de 1999 a través de la exhibición La Magia del Miedo organizada en el Centro Cultural de España de Santo Domingo la obra de Varela presenta un punto de inflexión en el desarrollo de los recursos expresivos y tratamiento temático. La Magia del Miedo se caracterizó por el emplazamiento de obras que presentaron una evidente economía y síntesis discursiva y que se mostraron articuladas en una despliegue curatorial y museográfico explícito en torno a las propuestas discursivas concebidas por Varela.

En el año 2001 concibe junto a Jorge Pineda y Quisqueya Henríquez la propuesta Curador Curado que es una clara crítica desde la práctica artística a la ausencia de la figura del curador dentro del campo cultural de las artes visuales en República Dominicana. Explora en esta exhibición lenguajes experimentales y traslada el diálogo de su trabajo hacia un contrapunto con esta dupla de destacados artistas emergentes dominicanos.

En La Palabra Callada realizada en 2005 en el Museo de Arte Moderno de Santo Domingo, muestra que itineró al Museo Nacional de Artes Visuales de  Montevideo (Uruguay) al año siguiente, la obra de Varela avanzó en el desarrollo de su síntesis formal. La pintura y la escultura comienzan a definirse como los géneros que conjugan los discursos que define sus inquietudes expresivas. En esta exhibición la figuración se diluye; por el contrario, emergen las formas y estructuras abstractas y conceptuales que comienzan a adquirir un protagonismo esencial en su lenguaje.

Estrategia que continua expandiéndose en Orígenes y Formas Primarias que se exhibió en Ecuador, en la ciudad de Guayaquil (2011), en la Bienal de Cuenca (2012) y en República Dominicana (2012). Allí, la instalación denominada Forma y Vacío, acompañada de una serie  de estudios sobre el mismo tema, representan el inicio de la investigación más reciente de Varela, donde su obra expresa una clara madurez y síntesis formal que deriva en las series Close-Up, Fragmentaciones y la experimentación con la escultura y las instalación.

Su trabajo reciente muestra una obra profundamente reflexiva, lograda a través de un método de trabajo que integra la madurez que brinda la solidez del tiempo a la ejecución de sus  propuestas. A lo largo de su trayectoria como creador ha logrado mantenerse fiel a los problemas estéticos que ha pretendido abordar, esencialmente: la posibilidad de hacer de la obra de arte, como expresión y pulsión de sus propios dilemas interiores, una transparencia capaz de expresar un camino para la trascendencia, articulada a partir de conjugación del devenir existencial y la materialidad de la obra. Actualmente vive y desarrolla su trabajo en el caribe insular de República Dominicana.

Gerardo Zavarce
Curador e investigador


 

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