Eddie Ferraioli
La exposición ¿Quién profanó la Mansión Georgetti?, de Eddie Ferraioli, está dedicada a la Mansión Georgetti —diseñada por el arquitecto checo Antonin Nechodoma (1877-1928)— y honra su memoria. La temática de esta exposición sobre el rescate y la conservación de nuestro patrimonio, tanto edificado como natural, ha sido una constante en la obra y las exposiciones de Eddie Ferraioli.
Cuatro vectores energizan la obra de Ferraioli: la denuncia de la violación de un espacio sagrado (profanación), lo imperativo de la conservación ambiental y arquitectónica, la urgencia de mantener viva la memoria, y el proyecto de vida inspirado en los vitrales y mosaicos de esta joya arquitectónica destruida. Lanzar la pregunta ¿quién? es un llamado apremiante, casi una pesquisa, para dar con los responsables de esta pérdida patrimonial. ¿A dónde van las casas cuando mueren? ¿En qué dimensión perviven las vivencias, las alegrías y penas que allí se acumularon a través de las décadas? Para Ferraioli, los recuerdos acumulados en esa casa vibran todavía con la inmediatez de una vívida memoria. Cada pedazo recuperado y transformado en mosaico, cada puerta y ventana redimida por el arte atestiguan, casi como un holograma sonoro, la belleza de esta mansión perdida por el desamor y el descuido de muchos. Es una profanación de una edificación que, a través del culto a la belleza y la perfección arquitectónica, fue un espacio sagrado. Pensemos, entonces, que las paredes de este museo son el soporte para las puertas, ventanas y sillas (inspiradas en los diseños de Nechodoma) que en su momento formaron parte de la Mansión Georgetti y que los visitantes son testigos de un montaje arqueológico.
Aunque Ferraioli ha dedicado gran parte de su vida al vitral, es el mosaico el que ha acaparado su interés en los últimos años. Más recientemente, ha incursionado en el vidrio fundido y es este el medio que encontraremos con más frecuencia en esta muestra, cuya médula la conforman doce piezas hechas con maderas de puertas y ventanas rescatadas de la Mansión Georgetti. Walter Benjamin, filósofo y ensayista alemán, introduce el concepto de “aura” para referirse a la presencia vibratoria que el artista, a modo de “contaminación por tacto”, deja en la obra. ¿Podremos sentir esa “aura” de la casa al entrar en contacto con su auténtica madera? La presencia de la ausencia…
De las doce obras construidas con las puertas y ventanas originales, la doceava nos coge desprevenidos: un tríptico de persianas y mosaico con el mensaje que irrumpe a modo de denuncia y sirve de título a la exposición —¿Quién profanó la Mansión Georgetti? No es casualidad que sean doce, ya que Ferraioli plasma, a través de la numerología, la magia, el poder y el significado de los conjuntos sagrados de distintas culturas, además de la bíblica.
Además de las doce puertas y ventanas, para esta exposición el artista nos sorprende con una primicia: diez mujeres metamorfoseadas en sillas hiperbólicas, sacadas de una alucinación de Nechodoma. Algunas fueron construidas por el artista, otras son recogidas de la basura y otras son recicladas de otras casas.
Las doce puertas y ventanas recuperadas de la Mansión Georgetti y las sillas/damas solo comprenden un núcleo del total de las piezas en esta exposición. Muchas de ellas fueron parte de exposiciones pasadas y la mayoría de los mosaicos provienen de la colección del artista. Los une el tema distintivo por excelencia: la celebración de los frutos y flores que adornan nuestra campiña, algunos de los cuales hemos relegado al olvido.
Celebremos, pues, este bello tributo a la belleza y riqueza de nuestra flora transformada en arte y que ante nosotros se despliega en conjunto con el compromiso del artista de proteger y conservar, no solo el ambiente natural, sino, con ello, nuestra arquitectura y nuestra cultura. Protejamos esas “naves del pasado” a las que debemos lo que hoy hemos llegado a ser. Es el mismo mensaje… sea cristal, sea poema o sea canción.
Sonia Cabanillas
Curadora, agosto 2023